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27/5/13

Terrazas de dos mundos



Jesús Silva R.

Aquí, con ella en la terraza 
Ha querido un viaje lunar,
Izar su bandera y verla flamear.
No hay sitio más alto al que pueda viajar.
Él es astronauta, ella luna estelar.

Allá, por un polvo cósmico,

Es fenomenal,
Dorada galaxia, lluvia espacial.
Brillante cometa, si la ves pasar. 
Graba bien su imagen, pues no volverá

De pronto la luna me traiciona

Se acaban mis rimas...
Pero no me canso...
¿Cómo evitar cursilería cuando la ilusión duele?

Aquí, de vuelta a la tierra, 
Sólo se oyen los pájaros noctámbulos,
No hay nadie más y a nadie esperas.
No existe oro ni joyas que regalar,
En este mundo,
La oferta de amistad, 
Es tan incomprendida como el amor sin precio.

Allá, se oye el estruendo de una multitud que adula.

Miles fans que la admiran porque es perfecta,
La sonrisa de cine y cabellos que se baten como olas de pasión artística.
En el otro mundo, será siempre impredecible,
La estrella fugaz.

Aquí, hay versos de nostalgia que se niegan a morir.

Un saco roto lleno de sueños, Mientras unos se van, otros nuevos aparecen.
No hay fama ni poder, solo la necedad de una poesía que pretende hacer milagros.
En este mundo, si la letra no tocara el corazón,
La respiración no existiría.

Allá, parece que no le falta nada,

Aparenta que todo lo tiene. Joven y poderosa.
Y si su vida no es completa, casi nadie imagina su carencia.
Muchas quisieran ser como ella. Muchos quisieran poseerla.
Cuellos que se tuercen para voltear a mirarla.
En el otro mundo, esta es la reina.

Aquí, no habrá botella del náufrago,

Que con una nota milagrosa,
Cruce el ancho mar para que llegue el mensaje,
Ni señal de humo que facilite rescate.
Sobre el poeta recaen siglos de silencio y anonimato.
De cientos que antes murieron,
Intentando la misma irrealidad.
En este mundo, él la sueña. 
No hay pantalla, no hay taquilla, 
No hay película y todavía la sueña.

Allá, la divinidad le sirve de zapatos. Luce perfecta. 
La audiencia la mira caminar sobre las nubes.
Alguna vez la poesía accidental atrajo su mirada,
Alguna vez la llevó a las terrazas.
En el otro mundo, leyó los versos de amor.
Caracas fue la excusa.

Aquí, sobreviven fantasías de más versos y escrituras. 
Películas de niños, libretos y esculturas. 
Un cúmulo de anhelos, que todos ella inspira. 
Algún probable intruso, que persigue otra galaxia.
En este mundo, una imagen se hizo eterna. 
Con ella, el cielo por un día.

Allá, será la edad de Cristo, quizás de ambos mundos. 
La besan sin quererla. La amo sin besarla. 
El amor es invisible. Misterios de poetas. El silencio se prolonga. 
En enigma ella calla. Quizás no reaparezca. Y flota en diaria calma.
En el otro mundo, ella bajó la luna, su humo de terrazas. 
Dio mucho, suavemente, 
Y es que nunca imaginó elevarme tanto.

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